4 dudas sobre la institucionalización de los solares

Los vacíos urbanos, el tercer paisaje, los espacios residuales en la metrópolis, que durante muchos años se han considerado errores en la planificación, desechos espacios desaprovechados o, en el mejor de los casos, superficies edificables están conociendo una fase de consideración sin antecedentes como recurso. Estas islas en las ciudades se han incrementado en número por la paralización de obras y proyectos.

Imagen de todo por la praxis

03 Dic 2012
Por todo por la praxis

Los vacíos urbanos, el tercer paisaje, los espacios residuales en la metrópolis, que durante muchos años se han considerado errores en la planificación, desechos espacios desaprovechados o, en el mejor de los casos, superficies edificables están conociendo una fase de consideración sin antecedentes como recurso. Estas islas en las ciudades se han incrementado en número por la paralización de obras y proyectos. Su presencia se ha consolidado, la percepción por la comunidad  del potencial de estos espacios es cada vez mayor y están siendo objeto de propuestas de arquitectos, urbanistas, políticos y colectivos de distinto tipo. Ya en nuestra ciudad es común encontrar espacios donde se han desarrollado  procesos de activación  y reapropiación de estos solares vacíos o abandonados. A través de estructuras informales, numerosos grupos vecinales están siendo los protagonistas de una reapropiación y puesta en uso de espacios residuales y abandonados en todas las ciudades de España. Huertos comunitarios, equipamientos deportivos culturales autogestionados son un nuevo campo de experimentación de una nueva autogestión urbana. El reto de muchos colectivos es que estos procesos, que hasta el momento han sido de carácter excepcional, se normalicen. Desde la red de Arquitecturas colectivas, en los últimos años, se han generado guías y protocolos  con la intención de asentar herramientas para la negociación política y la reivindicación ciudadana para la cesión y la autogestión de espacios en desuso. Sin embargo, en algunos casos, la actualidad políticas se ha adelantado generando propuestas que nos merecen una cierta consideración. Es este el caso, por ejemplo, del Plan Buits en Barcelona o el PECAM en Madrid, que recogen en sus propuestas la necesidad de tratar la cesión  temporal de  solares a asociaciones y entidades sin ánimo de lucro. Es aquí donde nos gustaría plantear algunas consideraciones sobre la normalización de estos procesos, su institucionalización y los peligros que ello conlleva. Libertad/Institucionalización El nacimiento y el éxito de los solares autogestionados se debe, en importante medida, a una reacción popular al exceso normativo que rige el espacio público. Es importante considerar que, frente a un sistema de reglamentos y arquitecturas cada vez más coercitivos con respecto a la libertad de uso de plazas y calles, en los espacios de gestión comunitarias se han desarrollado muchas veces prácticas en abierto conflicto con el sistema vigente. ¿Es posible la integración de estas prácticas dentro de un régimen oficial manteniendo la libertad de estas islas temporalmente autónomas? En otras palabras, ¿es posible que el poder público asuma la legitimidad política de unas experiencias divergentes respecto a su sistema de control del uso del ambiente urbano? Reivindicación/Colaboración No podemos olvidar que los procesos de apropiación y empoderamiento en muchos casos responden a reivindicaciones políticas que se relacionan con el déficit de equipamiento público en los barrios, o con la carencia de espacios públicos y zonas verdes. En estos casos la apertura de un espacio autogestionado, corresponde con la apertura de un frente con el poder público, cuyo objetivo es la mejora de las condiciones de vida en un cierto contexto. La institucionalización no debe generar una situación de clientelismo, ya que en el caso en el que se active un do ut des entre administración  y ciudadanía el mayor peligro que puede existir es que la cesión de estos espacios sirva para anular cualquier reivindicación política asociada a ellos, en vez de legitimarlos como lugares de concienciación ciudadana. ¿La regularización en gran escala de estas experiencias constituye la asunción del mensaje político de la que son expresión por parte de la administración o simplemente un amortiguador de ciertas instancias populares? Derecho/servicio/regalo envenenado La cesión de espacios residuales para la autogestión ciudadana ha de ser protocolizada para evitar cualquier discrecionalidad. Hasta el momento no hay reglamento que defina temas fundamentales como qué actividades y en que condiciones se pueden desarrollar en un solar, si existe la posibilidad de acceder financiación o que tipos de entidades pueden  solicitar la cesión. Por ejemplo, hay que observar que la solicitud de un espacio se vincula normalmente a una asociación. Esto por un lado limita el acceso para estructuras mas líquidas como plataformas abiertas, asambleas o ciudadanos que decidan no subscribirse a una entidad o asociación formal. Sin embargo estamos concientes de cómo el universo de los actores urbanos en los últimos años se haya articulado enormemente gracias a la aparición de nuevas formas de agregación y acción colectiva. Sería oportuno que la posibilidad de acceso a un derecho como la gestión colectiva de un recurso público se aplicase respetando la máxima transparencia e inclusividad. Por otro lado, considerando la extraordinaria función que estos espacios desempeñan como servicio al ciudadano, es importante considerar que tipo de recursos la administración pública puede poner a disposición de su funcionamiento. Los espacios autogestionados en la ciudad no pueden ser simplemente lugares en los que el ayuntamiento delega al voluntariado tareas y responsabilidades que le compiten, sino tendrían que desarrollarse como contextos en los que se pongan a disposición de la ciudadanía proactiva algunos recursos y se experimenten nuevas formas de colaboración interinstitucional. ¿Puede el derecho a la gestión compartida de los bienes comunes convertirse en eje fundamental de las políticas de desarrollo urbano, y no en un servicio más privatizado o por lo menos externalizado por parte de la administración pública? Moda/Modelo alternativo Finalmente, nos preocupa que esta nueva tendencia política sea puramente coyuntural. Consideramos que el binomio autogestión ciudadana – crisis lleve en si una cierta peligrosidad, en el momento en el que las administraciones ceden poder a cierta creatividad colectiva simplemente por falta de recursos y no por haber asumido una nueva conciencia política que se ha desarrollado desde abajo. Ésta se basa en un discurso crítico frente al modelo de producción de ciudad y sus carencias, en la necesidad de tener espacios para la ciudadanía que tengan estabilidad y sean sostenibles en un horizonte de larga duración. La apropiación de ciertos discurso “alternativos” por el mercado y la clase política son habituales, y es tarea de la ciudadanía que los ha producido protegerlos de los procesos de estetización que pueden desactivarlos. Está claro que el modelo de huerto urbano, realizado por una nota marca de refrescos en la Plaza de Callao no representa un proceso de participación activa y ciudadana o que la generación de espacios públicos convencionales generando mobiliario urbano con palets, no recogería las pretensiones ciudadanas de generar espacios autónomos. Pensamos que el objetivo fundamental del movimiento que ha participado en la generación de los prototipos de solares autogestionados es que se alcance la normalización y que los instrumentos del planeamiento y ordenanzas municipales contemplen esta realidad, sin que los principios que han dado inicio a estas prácticas se vean afectados.¿Seremos capaces de hacerlo?   

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