La sensación que el peatón o transeúnte es el gran olvidada de muchas ciudades del mundo es casi perpetua, casuísticamente en mayor volumen en aquellas urbes de tamaño medio o menor con referencia a la media del país que visitemos, posiblemente por la dejadez de un urbanismo olvidado o por una económica truncada de las administraciones que se declinan más por otros aspectos que se supone son de mayor beneficio para la sociedad. La realidad es que los vehículos, elementos arquitectónicos incoherentes y otros muchos aspectos sopesan más que aquel usuario que habitará en la ciudad a lo largo de toda su vida, incoherencia o no es una realidad que debe de ser cambiada para empezar a recuperar la ciudad para los peatones.
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